Cocinero antes que fraile.

Este post surge como reflexión a una pregunta que me hacen con mucha frecuencia últimamente.

El auge del derecho deportivo en los últimos años, hace que esta disciplina, casi inexistente hace una década, esté de moda.

Los que llevamos un tiempo dedicados al mundo del derecho, solemos recibir en nuestros despachos los currículum vitae de jóvenes recién licenciados, que buscan un lugar donde poder conocer de primera mano cómo se practica el derecho que han aprendido durante varios años en las Universidades. Esto es lo habitual. Normalmente en sus credenciales, no suelen incluir la preferencia por una rama del derecho en concreto, aunque también los hay que sí la precisan.

Sin embargo, el motivo que me impulsa a escribir este post, es la curiosidad que ha despertado en mí la cantidad de consultas que he recibido, vía mail, correo tradicional, telefónicas, e incluso en persona en el despacho, de gente que busca consejo acerca de cómo especializarse en derecho deportivo. A ellos va dirigido el post.

Dicha curiosidad, me ha hecho viajar en el tiempo hasta llegar a mis inicios, cuando tras acabar la licenciatura, me inscribí en la Escuela de Práctica Jurídica de la Universidad de Zaragoza. Allí tuve la suerte de tener como profesor a D. Carlos Carnicer Díez, por aquel entonces Decano del Colegio de Abogados de Zaragoza, y actual Presidente del Consejo General de la Abogacía Española. En una de sus clases nos formuló una pregunta: ¿Qué creéis que hace falta para ser un buen abogado? Los atentos oyentes comenzamos a dar nuestra opinión, relatando todas las características que pensábamos debía tener un buen abogado: respeto por las leyes, por la profesión, por los contrarios, por los compañeros, por el cliente, honestidad, un conocimiento lo más amplio posible de la ley, doctrina, jurisprudencia, etc. Tras un buen rato escuchando la larga retahíla de virtudes que le referíamos, esbozó su característica sonrisa y nos dijo: “Ser una buena persona”. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Para ser buen abogado, lo único imprescindible es ser buena persona. La respuesta la teníamos ante nuestros propios ojos, en la pregunta que nos formulaba.

Por lo que aquí nos atañe, para ser un abogado especializado en derecho deportivo, lo primero que hay que ser es abogado. De ahí el título del post. Hay que ser cocinero antes que fraile. Con esto quiero decir que a mi modo de ver, para que un futuro abogado se dedique al derecho deportivo debe de formase en varias disciplinas: derecho laboral, civil, mercantil, administrativo, y penal, fundamentalmente. Debe de aprender a recibir clientes, aconsejarles, preparar demandas, contestaciones, apelaciones, hacer audiencias previas, vistas, juicios orales, llegar a transacciones, en definitiva vivir el derecho. Debe representar a clientes con nombres y apellidos comunes, como los nuestros, que no son ni Cristiano Ronaldo, ni Messi, pero sí tan importantes como ellos. Un vez está logrado esto, una vez que ya tienes nombre (abogado), toca ir tras el apellido (especialista en derecho deportivo), y reforzar tu experiencia generalista, con las particularidades del hecho deportivo.

Esta es mi humilde opinión, fundada en mi experiencia, aunque no tengo ni la menor duda que habrá otras formas de llegar a la meta. En cualquier caso, y parafraseando ahora a uno de mis maestros, D. José Ángel Guedea Adiego, lo importante, elijas el camino que elijas, es hacerlo. Siempre hay varios caminos para llegar a un mismo fin.

En definitiva, para ser un abogado especialista en derecho deportivo, hay que ser cocinero antes que fraile.

Javier Pérez Villa.